En un giro inesperado de los acontecimientos, las Islas Baleares logran esquivar la gran apagada eléctrica que ha dejado a oscuras al resto del país. Mientras en la península se lucha contra el caos energético, aquí respiramos algo más aliviados, aunque con la incertidumbre latente de lo que pueda venir.
Un panorama complicado
A pesar de esta buena noticia, no todo son alegrías. Por un lado, el Escorxador d’Inca continúa su labor sacrificando aves un año más, y por otro, los trabajadores de las escoletas de Palma están en pie de guerra. UGT y CCOO han llevado a los tribunales los servicios mínimos del 90%, lo que refleja una tensión palpable en la comunidad.
La tragedia también ha marcado estos días: un joven de solo 21 años perdió la vida en un choque frontal entre un autobús del TIB y su coche en Portocolom. Además, una joven de 19 años falleció tras caer desde la cuarta planta de un hotel en Eivissa. Estos sucesos nos recuerdan lo frágil que puede ser la vida.
No podemos olvidar otras historias que nos llegan: detenida una conductora por huir después de causar un accidente mortal. En medio de todo esto, hay quien celebra; como aquellos aficionados que levantaron la Copa con euforia en el avión rumbo a Mallorca. La vida sigue aquí entre luces y sombras.