Era una noche cualquiera en la Playa de Palma, llena de risas y copas, pero también de tensiones ocultas. Todo comenzó cuando un turista alemán, Stephan Johan Andrew M., decidió soltarse la lengua y arremeter contra un irlandés, llamándolo ‘católico de mierda’. Eso fue el detonante que transformó una discusión trivial en una auténtica tragedia.
Había llegado a Mallorca el 6 de mayo del 2000 y planeaba regresar a su hogar una semana después. Sin embargo, esa madrugada todo se torció. Tras unas copas de vodka, se encontró en un pub irlandés donde las palabras volaron más alto que las copas. La tensión creció entre él y Klaus Teodor Schwithuysen, el alemán de 54 años con antecedentes cardíacos. Nadie sospechaba que la velada acabaría tan mal.
Un giro inesperado
Los ánimos se caldearon rápidamente; lo que empezó como una conversación terminó en golpes tras un comentario despectivo sobre la Monarquía británica. Lo que debía ser solo otro martes por la noche se tornó en una pelea brutal frente a los ojos atónitos de quienes estaban allí. Con su mayor corpulencia, Stephan no dudó en propinarle entre tres y cuatro puñetazos a Klaus.
Klaus cayó al suelo como un muñeco de trapo, golpeándose la cabeza contra una pared. Las enfermeras presentes hicieron lo posible por ayudarlo mientras Stephan, asustado ante lo ocurrido, decidió darse a la fuga como si nada hubiera pasado. La policía no tardó mucho en actuar; dos días después dieron con él y lo arrestaron sin resistencia.
Sin embargo, aquí viene lo más sorprendente: el juez consideró que todo había sido un accidente provocado por una pelea improvisada y liberó a Stephan sin cargos formales. ¿Y qué pasó con Klaus? Su muerte quedó marcada como algo trágico pero inevitable debido a su condición cardíaca. Esta historia nos deja reflexionando sobre las consecuencias que pueden surgir tras palabras imprudentes lanzadas al aire durante una noche cualquiera.