En un país marcado por la incertidumbre, las Fuerzas de Apoyo Rápido de Sudán (RSF) han intensificado sus ataques. Y no hablamos de cualquier ataque, sino de bombardeos con drones que están destrozando la infraestructura en el norte, este y centro del país. Este panorama sombrío ha llevado al líder del Ejército sudanés, Abdelfatá al Burhan, a salir al paso con una promesa: «Vamos a poner fin a esta locura muy pronto».
Una realidad desgarradora
El general Al Burhan se dirigió a un grupo de familias y supervivientes el pasado sábado, intentando calmar los ánimos: «Quiero que la gente no se preocupe de los bombardeos contra nuestra electricidad; muy pronto no volverán a saber nada más de ellos ni de quienes lo hacen». Pero la realidad es cruda. Ataques como el reciente contra una estación eléctrica en el estado de Río Nilo han dejado más de diez muertos y han comenzado a convertirse en algo habitual. Tras más de dos años de conflicto armado, los recursos del país son prácticamente inexistentes.
El último episodio dramático tuvo lugar este domingo cuando un dron impactó en una refinería cerca de Jartum, provocando explosiones y un incendio devastador. Sin embargo, las defensas aéreas lograron interceptar algunos drones destinados a Wadi Saydna. Estos incidentes solo añaden presión sobre una población ya exhausta.
Aquellos que viven en regiones afectadas por estos ataques sienten cómo su día a día se tambalea entre apagones eléctricos y miedos constantes. Las instalaciones médicas están colapsadas, las estaciones de agua funcionan precariamente y el temor a perder otra vez la temporada agrícola crece con cada nuevo asalto.