El pasado lunes, la iglesia gótica de Santa Creu en Palma se convirtió en un refugio para los amantes de la música clásica. Con el eco todavía fresco de la noticia de la muerte del Papa Francisco, el rector dedicó las obras que se iban a interpretar a su memoria, un gesto que resonó en cada rincón del templo y fue recibido con calurosos aplausos por un público entusiasta que llenaba hasta los límites el espacio, obligando a muchos a permanecer de pie durante toda la actuación.
La magia de Bach y Mozart al servicio del recuerdo
La velada comenzó con el Oratorio de Pascua de Bach, una obra compleja que rara vez se escucha en vivo en nuestra isla. La orquesta sonó magnífica; sus músicos, siempre atentos y con un sonido barroco inconfundible, lograron transportar al público a otra época. Aunque el coro tuvo un inicio titubeante, ¡vaya si mejoraron hacia el final!
No podemos dejar de mencionar a los solistas: Enrique Sánchez deslumbró como flautista y Álvaro Renard dejó huella con su oboe. La contralto Marisa Roca, el bajo Biel Mas, el tenor José Manuel Sánchez, y la soprano Margarita Rodríguez completaron un elenco impresionante. Especialmente emocionante fue la intervención de Rodríguez en la Misa de la Coronación de Mozart; su interpretación del Agnus Dei nos hizo vibrar y recordar por qué este fragmento es tan querido entre los melómanos.
Acompañada por Gerónimo Seib y respaldada por todo el conjunto vocal, su voz llenó cada rincón del templo y provocó una ola de aplausos que podría haber derribado las paredes. La orquesta mantuvo su precisión durante toda la actuación, mientras que el coro brillaba más que nunca en esta obra clásica donde realmente se mueve como pez en el agua.