En la tarde de ayer, el Real Mallorca se enfrentó al imponente FC Barcelona en Montjuïc, y aunque los bermellones dieron lo mejor de sí, su esfuerzo solo fue suficiente para resistir una mitad. Con un Leo Román sobresaliente bajo los palos, el equipo de Jagoba Arrasate logró contener el asedio del Barça hasta que un gol de Dani Olmo a los pocos minutos del segundo tiempo desmoronó sus esperanzas.
Pese a las bajas, lucha sin cuartel
Afrontar este encuentro no era tarea fácil. Con hasta seis titulares ausentes, Arrasate tuvo que ingeniárselas para formar una defensa sólida. Desde el primer minuto, quedó claro que la consigna era resistir como fuera. A pesar de algunos momentos de brillantez, como las intervenciones espectaculares de Leo Román, la calidad del Barcelona pronto empezó a hacer mella.
Aunque el Mallorca mostró garra y determinación en la primera mitad —incluso llegando a tener opciones claras para marcar— no pudo mantener esa chispa. En un instante crítico, cuando Darder encontró a Morey solo frente al portero rival y se le anuló un gol por milímetros en fuera de juego, parecía que la suerte podía estar del lado bermellón. Pero rápidamente vino la realidad: Olmo controló en el área y disparó con precisión a la red. Un golpe duro para unos chicos que lucharon valientemente pero sabían que estaban en desventaja.
A partir de ahí, aunque hubo intentos aislados por parte del Mallorca —con remates peligrosos de Raíllo y Larin— se notaba la falta de frescura y recursos ante un Barça ansioso por terminar con el partido antes del fin de semana y su final de Copa. La salida al campo de jugadores como Fermín y Raphinha solo aumentó la presión sobre nuestros chicos.
Pese a todo, hay que reconocer el coraje demostrado; quizás esta derrota nos recuerde lo importante que es trabajar juntos y seguir creciendo como equipo. El camino es difícil pero no imposible; tenemos fe en nuestro Mallorca.