En la barriada palmesana de La Soledat, el grito de desesperación se ha hecho eco en cada esquina. Xisca Pons, una mujer de 70 años que prefiere usar un nombre ficticio por miedo a represalias, expresa lo que muchos sienten: «El ruido y todo lo que conlleva el consumo de drogas no nos dejan vivir». Su relato es el reflejo de un sufrimiento compartido entre los residentes que han visto cómo sus noches se convierten en auténticos calvarios.
Una situación insostenible
Asegura que cada fin de semana, cuando uno de los bares cierra, los clientes inundan las calles. Se oyen gritos y risas descontroladas que parecen no tener fin. «A las seis de la mañana del domingo, cuando cierran, parece una batalla campal. Hay peleas, venta de droga y música a tope. Todo esto es imposible», relata angustiada. No es solo su voz; son muchos los vecinos que han llegado al límite.
Xisca se siente atrapada en este ciclo interminable y ha tenido que recurrir a la Policía Local para buscar una solución temporal. A pesar de recibir apoyo en su llamada más reciente, donde le aconsejaron mantenerse alejada por si acaso, sabe que el efecto disuasorio dura poco. «Cuando pasa la policía hay calma momentánea, pero luego todo vuelve a ser igual», añade con tristeza.
No puede evitar recordar cómo era La Soledat antes: «Qué lástima ver cómo nos han destrozado este lugar tan querido». Anhela que los vecinos se unan para luchar juntos por recuperar esa paz perdida. Por eso hace un llamado directo al alcalde Jaime Martínez: «Le pedimos por favor que cierre esos bares que tanto daño nos hacen». Para ella y tantos otros, ya no se trata solo del ruido; es una cuestión vital donde su tranquilidad depende del compromiso del Ayuntamiento.
Xisca vive con miedo al ruido y a la música; cada jornada es un nuevo desafío para sus nervios desgastados. «No puedo más», concluye con un tono resignado pero firme. Las constantes disputas y problemas generados han llevado a múltiples denuncias sin lograr cambios duraderos, dejando a los habitantes de La Soledat atrapados en esta pesadilla recurrente.