Era de madrugada cuando los ecos de la violencia resonaron en el barrio de Son Gotleu, en Palma. Un hombre, un argelino de 37 años, se convirtió en el protagonista indeseado de una historia que nadie querría vivir. Todo comenzó por un conflicto relacionado con la madre de la víctima, quien compartía piso con el agresor y otros inquilinos. Una situación tensa que terminó estallando de forma inesperada.
Un encuentro desafortunado
En esa fatídica noche, la víctima conversaba con una mujer en un portal cercano cuando, sin previo aviso, su interlocutor se convirtió en su agresor. Según contó él mismo a los agentes que llegaron al lugar tras escuchar el alboroto, recibió un brutal golpe en la cabeza con un palo de madera. La escena era desgarradora: sangre manchaba su camiseta mientras intentaba relatar lo sucedido.
Aparentemente, la chispa que encendió este episodio violento fue la reciente expulsión de su madre del hogar donde convivían. El joven decidió acudir a investigar qué había llevado a esa situación tan extrema y terminó enfrentándose al hombre que había causado tanto dolor. En medio del caos y después del ataque, además del impacto físico, sufrió el robo de su móvil; un golpe bajo que añade insulto a la herida.
Los agentes no tardaron en dar con el sospechoso dentro del mismo piso donde ocurrió todo. Allí quedó arrestado por un delito de robo con violencia. Este tipo de incidentes nos recuerdan lo frágil que puede ser nuestra convivencia y lo fácil que es cruzar una línea peligrosa sin pensar en las consecuencias.