En el corazón de Palma, los molinos de es Jonquet han sido testigos silenciosos del paso del tiempo. Durante años, estos icónicos monumentos han formado parte del paisaje, y muchos turistas no pueden resistir la tentación de hacerse una foto junto a ellos. Sin embargo, hoy en día, su estado deja mucho que desear. Solo cinco de los siete que una vez adornaron el talud siguen en pie, y algunos están tan deteriorados que resultan casi irreconocibles.
Un barrio en transformación y olvido
El Molí d’en Garleta, por ejemplo, con su torre agrietada y la base llena de grafitis, alberga el Museu dels Molins, pero su exterior grita abandono. Y mientras paseamos por las calles del antiguo barrio de pescadores –ahora amenazado por la gentrificación y el alquiler turístico– nos encontramos con vecinos cansados del ruido y del incivismo. La vida aquí se ha vuelto difícil; la okupación ha hecho mella en algunas propiedades vacías que atraen a quienes buscan las vistas espectaculares que ofrece este lugar.
A pesar de todo esto, hay quienes defienden con fervor la rica historia patrimonial de es Jonquet. Este barrio fue un escenario vibrante hace años e incluso ha sido elegido para rodar películas como ‘Jack El Negro’. Es un tesoro cultural que merece ser protegido y recordado. Mientras algunos molinos luchan contra el paso del tiempo –como el Molí d’en Carreres, o el Molí d’en Celos– otros han encontrado nuevos usos; el Molí del Nom de Déu, por ejemplo, ahora alberga actividades sociales gracias al Casal de Barri.
Aun así, lo visible no puede ocultar lo preocupante: grafitis mal disimulados cubren las paredes desgastadas, puertas raídas parecen clamar ayuda y las aspas brillan por su ausencia. Con tristeza recordamos lo que fueron estos molinos; cada vez más nos sentimos como si estuviéramos viendo pasar un recuerdo nostálgico entre nuestros dedos. Aún son un atractivo para los turistas ansiosos por disfrutar de las vistas desde sus miradores, pero urge actuar antes de que se conviertan en meras sombras de lo que fueron.