Cultura

Jack London y su legado en el surf hawaiano: una historia que atrapa

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En el fascinante universo del surf, pocos nombres brillan tanto como el de Jack London. Este escritor y aventurero, conocido por obras como ‘La llamada de lo salvaje’, se adentró en la mística de las olas hawaianas a principios del siglo XX. Su crónica de 1907, titulada ‘Riding the South Sea surf’, fue un hito que ayudó a popularizar este apasionante deporte, revelando al mundo la conexión profunda entre los hawaianos y el océano.

Un viaje hacia lo desconocido

A pesar de estar atrapado en Boulder, Colorado, lejos del mar y con montañas alrededor, los miembros de The Astronauts lograron subirse a la ola musical del surf en los años 60. No importa cuán lejanos estemos; la música siempre encuentra su camino. Pero volviendo a Jack London, su viaje hacia Hawái no fue solo geográfico sino también espiritual. Durante una travesía a bordo del yate ‘Snark’, escribió sobre las maravillas que presenció en Waikiki. Ahí descubrió un deporte que definió como «real para los reyes de la tierra».

Paseando por la playa, quedó embelesado por un surfista al que describió como un «Mercurio bronceado», quien parecía danzar sobre las olas con una gracia casi divina. Era Duke Kahanamoku, una leyenda viviente que haría historia más adelante.

‘El libro de las olas’, publicado por La Felguera y prologado por Servando Rocha, se convierte así en un mosaico literario donde cada pieza cuenta una parte crucial de esta aventura oceánica. Incluye relatos históricos desde Mark Twain hasta fotografías raras tomadas por London mismo.

No todo fueron risas; el propio Jack sufrió quemaduras tras dos días intentando dominar las olas sin éxito en ‘bodysurfing’. Sin embargo, eso no le detuvo. Con instructores como George Freeth –un verdadero Tritón del océano– y Alexander Hume Ford –quien luchó para convertir el surf en un deporte nacional–, London estaba en buenas manos.

A través de sus letras y experiencias compartidas, Jack London no solo capturó la esencia del surf; también puso sobre la mesa cómo un pasatiempo tradicional pudo convertirse en un fenómeno mundial. Y aunque hubo detractores como los misioneros cristianos que veían esta alegría de vivir con recelo, nada pudo detener su avance hacia la popularidad global.

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