En una tarde que parecía tranquila en el bullicioso Illetes, la paz se rompió cuando el personal de un hotel comenzó a sospechar de dos chicos que merodeaban por sus instalaciones. Con solo 19 y 17 años, estos jóvenes decidieron colarse en una habitación sin ser clientes, como si fuera un juego. Pero el juego terminó rápidamente: al ser descubiertos por los trabajadores del hotel, no tuvieron más opción que salir corriendo.
El rastro del delito
La alerta no tardó en sonar. El equipo del hotel llamó a la Guardia Civil, quienes estaban cerca realizando labores de seguridad. En cuestión de minutos, los agentes llegaron al lugar y encontraron a los dos sospechosos. Y aquí es donde la historia se complica; porque al inspeccionar la zona, los guardias se toparon con un ‘rastro’ evidente de lo que habían dejado atrás: dispositivos electrónicos brillando bajo el sol, joyas relucientes y hasta prendas de marca tiradas por el camino. Un botín que superaba los 8000 euros, nada menos.
Los policías siguieron su instinto y se dirigieron a las habitaciones afectadas. Todas estaban en la primera planta y comunicadas directamente con la piscina; claro indicio de cómo habían accedido tan fácilmente: las puertas correderas estaban abiertas. La falta de cerraduras forzadas daba a entender que su entrada fue un paseo para ellos.
Después de recoger todos los objetos robados, tomaron declaraciones a las víctimas. Muchos lograron identificar sus pertenencias y recuperarlas sin problemas. Finalmente, ambos jóvenes fueron detenidos por varios delitos de hurto y llevados a comisaría para enfrentarse ante un juez. A veces nos preguntamos qué pasa por la mente de estos chicos; ¿acaso no piensan en las consecuencias? Lo cierto es que ahora son parte del sistema judicial español.