Este miércoles, el ambiente en el juzgado de lo Penal de Palma era tenso. Dos jóvenes, que apenas podrían pasar por chicos normales del barrio, escuchaban su condena por dos robos cometidos en solo cinco días durante enero del año pasado en Marratxí. En total, se llevan 21 meses entre rejas y un sinsabor que les seguirá a donde vayan.
El primero de los robos ocurrió la madrugada del 17 de enero en un club de tenis. Con una audacia que parece sacada de una película, entraron al local y se llevaron nada menos que la caja registradora, junto a unas monedas antiguas, un par de gafas y un bolso. Pero no se detuvieron ahí; tan solo cinco días después, volvieron a atacar. El 22 de enero, decidieron visitar un chalet en la calle Can Carbonell. Aprovechando la vegetación circundante, accedieron a la vivienda por la ventana del baño.
Las consecuencias de sus actos
La situación fue aún más complicada para uno de ellos cuando fue encontrado al día siguiente durmiendo plácidamente en una caravana tras haber forzado la puerta. Allí causó daños importantes: destrozó pantallas y cerraduras como si fueran juguetes. Este acto le valió otra condena adicional por usurpación y la obligación de pagar 644 euros. Afortunadamente para las víctimas, muchos de los objetos robados fueron recuperados gracias a la Policía Local.
Aunque inicialmente enfrentaban penas más severas –hasta ocho años solicitaba el fiscal para uno– ambos lograron llegar a un acuerdo antes del juicio que les permitió reducir sus penas considerablemente al abonar antes los daños causados. La jueza no dudó en dictar sentencia inmediatamente tras conocer este acuerdo.
Es curioso cómo decisiones así pueden cambiar el rumbo completo de unos jóvenes con toda una vida por delante. ¿Qué les llevó a esta espiral delictiva? Preguntas que quedan flotando en el aire mientras ellos enfrentan las consecuencias reales de sus actos.