La Asociación de Vecinos del Passeig Marítim y la de Santa Catalina han alzado la voz este martes para expresar su firme rechazo a la idea de Vox que propone que los bares y restaurantes no tengan que recoger su mobiliario por las noches. Para muchos, esto no es más que una forma de convertir nuestras aceras en extensiones privadas, donde las mesas y sillas quedarían allí, ocupando el espacio público incluso cuando los locales están cerrados.
Un problema de convivencia y limpieza
Los residentes argumentan que dejar todo ese mobiliario acumulado no solo afecta la imagen del barrio, sino que también complica enormemente las tareas de limpieza. “¿Cómo va a limpiar Emaya si hay obstáculos en medio?”, se preguntan indignados. Con esta acumulación, además, se generan focos de suciedad y plagas. Y eso sin mencionar el descontrol nocturno: esos espacios llenos de muebles apilados terminan convirtiéndose en puntos informales para reuniones ruidosas, donde las molestias son una constante.
Añaden que esta propuesta va en contra del espíritu de la ordenanza actual, diseñada para equilibrar el derecho a descansar con la actividad económica. “Es un paso atrás”, enfatizan, preocupados por cómo afectará esta decisión al descanso vecinal y al uso compartido del espacio urbano.
Por otro lado, desde la asociación Veïns Barri Cívic han hecho eco a sus preocupaciones: “Esto podría convertir Palma en un gran trastero gratuito para unos pocos”. Argumentan que medidas como estas favorecen únicamente a un sector ya privilegiado económicamente mientras que los ciudadanos cargamos con las consecuencias. “La ciudad pierde su esencia tanto durante el día como por la noche”, concluyen.
A pesar del revuelo generado por Vox pidiendo eliminar esta obligación bajo el argumento del esfuerzo extra para los trabajadores y costos económicos, lo cierto es que muchos sienten que hay mucho más en juego aquí. Aunque aún queda pendiente votar en pleno, parece claro que el PP ha decidido no apoyar esta propuesta en comisión.