En una tarde de gala y reconocimiento, Javier Gutiérrez, el aclamado actor que ha dejado huella en el cine español, llegó a la clausura del Festival Ibicine con un mensaje claro: “El mundo ha ido a peor”. No es solo una opinión; es la voz de alguien que ha vivido y sentido cada cambio en nuestra sociedad.
Con un palmarés impresionante que incluye premios como el Goya por su papel en La isla mínima, Javier no se queda solo en los logros. Este año, suma el Premio Astarté de Honor Nacional 2025, un reconocimiento que valora su carrera y esfuerzo. Al preguntarle qué significa este galardón para él, responde con humildad: “No hay premios pequeños, hay reconocimiento al trabajo”. Y así es como se siente cuando recibe aplausos desde una sala llena.
Un actor comprometido con su tiempo
Aunque acaba de finalizar un rodaje en Canarias para Mediaset, no dudó en hacer una pausa para asistir al festival. “Podría haber estado con mi familia”, confiesa, “pero quería celebrar este momento”. La importancia del cine y la cultura no se pierde en sus palabras; son vitales para dar visibilidad a historias que muchas veces quedan ocultas tras las grandes producciones.
Cuando habla de su trayectoria, menciona cómo el cine le ha llevado a explorar muchos lugares y conocer a artistas talentosos. Sin embargo, siempre vuelve a sus raíces: el teatro. Para él, ese es el espacio donde los actores realmente florecen. “Es como preguntar si prefieres a papá o mamá”, dice entre risas al referirse a su amor por ambos mundos del arte.
Sin embargo, lo más impactante viene cuando aborda temas sociales. Recordando situaciones difíciles de hace años sobre migración y crisis humanitaria, lamenta cómo la situación actual sigue siendo sombría. “Hemos vivido una pandemia global y ahora estamos gobernados por figuras peligrosas”, reflexiona con preocupación. Es evidente que lleva consigo la carga de estos tiempos inciertos.
Y aunque no se ve interpretando personajes controversiales como Donald Trump, siente la necesidad de profundizar en las complejidades humanas que rodean el poder. La actuación va más allá de simples papeles; es un viaje hacia el entendimiento de lo bueno y lo malo dentro de nosotros mismos.