La noche del domingo, un hombre que había encontrado refugio en uno de los bancos de Vía Roma, en Palma, fue hallado sin vida. La escena se llenó rápidamente de agentes de la Policía Nacional y una furgoneta de la funeraria, tras las llamadas preocupadas de varios testigos que habían notado su ausencia de respuestas.
Cuando los policías llegaron al lugar, justo antes de las 22:00 horas, se encontraron con un panorama desgarrador: el hombre, conocido por quienes frecuentan esa zona y también por los agentes que patrullan el área, yacía boca arriba, inmóvil. A primera vista, no había signos evidentes de violencia; todo indicaba que su fallecimiento podría deberse a causas naturales.
Un triste recordatorio
Sin embargo, para confirmar esta hipótesis habrá que esperar a los resultados de la autopsia que se le practicará en el Instituto de Medicina Legal de Palma. Este triste acontecimiento resalta una dura realidad: la vida en las calles puede ser implacable y cruel. Mientras nosotros seguimos adelante con nuestras rutinas diarias, personas como él luchan por sobrevivir a condiciones adversas.
No podemos ignorar lo que está sucediendo a nuestro alrededor; es esencial reflexionar sobre cómo nuestras ciudades están construidas y cómo podemos aportar algo más allá del simple paso diario por ellas. En este caso concreto, nos queda preguntarnos: ¿cuántas vidas más se perderán si seguimos mirando hacia otro lado?