Sevilla, una ciudad que respira fútbol, se encuentra de nuevo en un momento crucial. Joaquín Caparrós, un auténtico ícono del Sevilla FC, regresa al banquillo por cuarta vez. Su historia con el club comenzó en el año 2000, cuando tomó las riendas del equipo en Segunda División, justo en un momento complicado. La situación era crítica: problemas económicos y un equipo que necesitaba urgentemente una transformación. En su primera temporada, gracias a su carácter y visión, logró el ansiado ascenso.
Un regreso lleno de esperanza
A lo largo de los años, Caparrós no solo dejó huella como entrenador; cimentó una época dorada para el Sevilla. Aunque no pudo llevarse títulos en su primera etapa en la élite, construyó las bases para que otros pudieran brillar después de él. Su salida en 2005 fue sentida como la despedida de un símbolo del sevillismo. Pero trece años más tarde, volvió a Nervión para hacer frente a la adversidad tras la destitución de Montella. En ese breve interludio del 2018 logró tres victorias y un empate, asegurando así la participación del equipo en Europa.
Su vínculo con el Sevilla va mucho más allá de números; se siente en cada rincón del estadio y resuena entre los aficionados que siempre han estado a su lado. La intensidad con la que vive cada partido y su capacidad para motivar son cualidades que lo convierten en el revulsivo perfecto para este nuevo desafío. No solo es un técnico; es un apasionado que entiende lo que significa ser parte del Sevilla FC.
La directiva busca dar un golpe sobre la mesa con esta decisión: Caparrós será el séptimo entrenador en tres temporadas. Un cambio necesario ante una situación delicada donde todos esperan revertir la tendencia negativa y devolver al club al lugar que merece.