El Gran Premio de Bahréin se convirtió en el escenario perfecto para que Carlos Sainz mostrara su mejor versión. Con un ilusionante octavo puesto en la clasificación, el madrileño dejó atrás a grandes rivales como Hamilton y Tsunoda, dejando claro que sabe cómo lidiar con las curvas del circuito y con la presión de la afición que lo rodea pidiendo fotos y autógrafos.
Un paso adelante, pero sin euforia
A medida que caía la noche en Sakhir, Sainz brillaba más que nunca. Había tenido un test brutal en 2024 y se notaba su confianza al volante. “Es un paso adelante”, dijo a los medios españoles. Sin embargo, no se engaña: “No quiere decir que siempre vayamos a hacer Q3”. Con esa humildad característica, reconoce que hay mucho trabajo por delante. A pesar de su buena clasificación, sabe que su compañero Albon no tuvo la misma suerte y quedó fuera tras la Q1.
Sainz está dispuesto a pelear por los puntos: “La carrera será complicada porque hay dos coches detrás mucho más rápidos”, explicó antes de salir a pista. La estrategia jugará un papel crucial; dudaron sobre si usar neumáticos nuevos o guardarlos para más adelante. “Veremos dónde llegamos”, añadió, consciente de que deben seguir mejorando.
Con el reto de gestionar la degradación de los neumáticos en esta primera carrera donde eso será clave, Sainz se muestra optimista pero realista: “No es donde queremos estar todavía; quiero estar más arriba”. Con cada vuelta, va acercándose más a ese objetivo. El inicio es positivo y los puntos están cada vez más cerca; así es como se construyen las bases para una temporada llena de retos.