Este jueves por la mañana, el Ajuntament de Palma hizo su aparición estelar en Son Banya, una vez más apoyado por las fuerzas policiales. Y es que, tras el desafío descarado de los narcos, que habían levantado dos nuevas carpas como si nada, el alcalde Jaime Martínez no ha dudado en actuar con firmeza. La orden es clara: aquí la tolerancia no tiene cabida.
Pero antes de entrar al poblado, los operarios municipales tuvieron que esperar un momento clave: asegurarse de que los niños ya estuvieran en sus colegios. ¿La razón? El temor a que algunos clanes usaran a los pequeños como escudos humanos para frenar la operación. Una estrategia lamentable pero esperada.
Una lucha constante
Estas carpas se habían instalado justo después del gran operativo del martes, donde se derribaron siete casetas y hasta una rotonda con un barco. Es increíble cómo estos clanes no pierden tiempo y siguen construyendo sin miedo ni vergüenza. Desde Cort y San Fernando lo ven claro: esto es un pulso directo contra la autoridad.
Hoy, el dispositivo sería mucho más rápido. Las estructuras metálicas y telas de las carpas eran menos complicadas de desmontar que las obras ilegales anteriores. Pero esta batalla no acaba aquí; cada vez que se derriba algo, ellos buscan construirlo nuevamente al día siguiente. ¿Hasta cuándo vamos a permitirlo?
Aún no hay comentarios disponibles sobre esta acción tan necesaria y polémica, pero nosotros seguimos atentos a lo que suceda en este rincón donde la ley parece perder terreno ante quienes piensan que pueden hacer lo que les plazca.