En el esplendor de Montecarlo, donde el sol brilla con fuerza y el tenis toma un cariz especial, Carlos Alcaraz se convirtió en protagonista de una historia que todos esperábamos. Tras un inicio titubeante, se alzó con su primera victoria en este Masters 1000, dejando atrás la sombra de su debut fallido hace tres años.
El murciano, que ocupa actualmente la tercera posición en el ranking mundial, tuvo que enfrentarse a Francisco Cerúndolo, un rival que no le hizo las cosas nada fáciles. “En este torneo nunca había ganado un partido así que me siento muy bien”, compartió Carlos con una sonrisa tras sellar su pase a los octavos de final. El alivio era palpable; por fin había logrado lo que tanto anhelaba.
Un partido lleno de altibajos
Los inicios suelen ser difíciles y para Alcaraz no fue diferente. En el primer set, cometió errores que parecían sacarlo del juego. “Intenté meterme en el partido pero dejé que Cerúndolo dominara”, confesó. Sin embargo, como buen guerrero, supo reponerse y encontrar su ritmo en la segunda parte del encuentro: “Jugué más agresivo y empecé a presionar su saque”. Esa fue la clave para darle la vuelta al marcador.
Carlos también reflexionó sobre lo que significa jugar en tierra batida: “Me encantan los peloteos largos. Aquí se ve tenis de verdad, no solo grandes saques”. Para él, cada intercambio es una obra maestra donde puede lucir su talento y demostrar por qué está entre los mejores.
A medida que avanza el torneo, ya tiene un nuevo reto por delante: enfrentarse al alemán Daniel Altmaier, quien ha mostrado gran confianza tras superar varias rondas previas. “Es un jugador duro y tendré que concentrarme al máximo”, advirtió Carlos.
Así va la historia de Alcaraz en Montecarlo; un capítulo más en su carrera brillante donde cada paso cuenta y cada victoria sabe a gloria.