MADRID, 9 Abr. (EUROPA PRESS) – Este miércoles, las autoridades rusas han hecho un anuncio que no deja indiferente a nadie: afirman haber derribado más de 160 drones lanzados por el Ejército de Ucrania en las últimas horas. Este ataque se ha dirigido tanto a su territorio como a la península de Crimea, un lugar que Moscú anexó en 2014 y que sigue siendo motivo de controversia internacional.
Según un comunicado del Ministerio de Defensa ruso en su cuenta de Telegram, sus sistemas de defensa aérea han interceptado y destruido un total de 164 aparatos. De estos, 67 fueron derribados sobre Krasnodar, 29 en Rostov y otros tantos sobre Osetia del Norte-Alania, una región situada justo al lado de Georgia. Pero ahí no termina la historia: también se reportaron once drones caídos en Voronezh y diez en Kursk. En total, los números continúan aumentando con siete drones abatidos sobre el mar de Azov y seis sobre el mar Negro.
Reacciones ante la escalada del conflicto
A medida que se desata esta nueva ola de ataques, el Ejército ucraniano permanece silencioso, sin emitir ninguna declaración hasta ahora sobre los incidentes. Lo curioso es que Moscú tampoco ha compartido información acerca de víctimas o daños materiales resultantes. Es evidente que este episodio es solo otra pieza en el rompecabezas del conflicto iniciado por la invasión rusa a Ucrania allá por febrero de 2022 bajo órdenes del presidente Putin.
No podemos ignorar cómo estas acciones continúan marcando nuestro presente. La tensión entre ambos países parece no tener fin y cada día se producen episodios que nos recuerdan lo frágil que es la paz en Europa.