Albert Ramos, el tenista barcelonés que ha estado en la élite del deporte durante más de una década, ha decidido colgar la raqueta a sus 37 años. Tras su última actuación en Montecarlo, se prepara para despedirse de su fiel público en el prestigioso torneo Conde de Godó. Con un tono melancólico pero también reflexivo, comparte sus pensamientos sobre esta nueva etapa en una reciente entrevista.
Un adiós que llega tras años de lucha
“Yo hubiese seguido, pero lo más sensato era parar”, confiesa Albert mientras repasa los altibajos de su carrera. Después de intentar mejorar su rendimiento con una intensa pretemporada, se encontró lidiando con lesiones que le dificultaron el retorno a las canchas. “El tenis me gusta mucho y siempre quise seguir, pero ahora sé que es hora de decir adiós”, añade con sinceridad.
A pesar del dolor por dejar atrás su pasión, hay un deseo sincero de vivir sus últimos momentos como profesional rodeado de sus hijas y disfrutando cada partido al máximo. “Quiero digerirlo bien y asegurarme de que ellas estén ahí para ver mis últimos torneos”, asegura. La emoción también brota cuando habla del Godó: “Es el torneo que más he vivido desde pequeño; he jugado todos los Godós desde los 18 años”.
Entre recuerdos entrañables y batallas deportivas, destaca aquel primer triunfo ATP en el Godó en 2010 o la inolvidable victoria contra Roger Federer en Shangái. Sin embargo, no todo han sido alegrías: “Perder ante Alcaraz fue muy duro”, recuerda sobre aquella noche interminable que terminó pasadas las dos de la madrugada.
A medida que se acerca este cierre tan significativo, Albert mira hacia atrás y siente orgullo por haber formado parte de una generación dorada del tenis español. Aunque reconoce las dificultades actuales del circuito, mantiene la fe en un futuro brillante para nuevos talentos como Carlos Alcaraz.
La incertidumbre lo acompaña ahora respecto a qué hará después del tenis. “No estoy preparado para lanzarme a entrenar o involucrarme rápidamente; necesito descansar y pensar bien cómo quiero continuar mi camino”, concluye con humildad.