Este sábado, las noticias de Birmania nos llegan con un rayo de esperanza. El Gobierno de Unidad Nacional, formado por autoridades que se han visto obligadas a vivir en el exilio desde el golpe militar de 2021, ha decidido poner en marcha un alto el fuego unilateral. Esta pausa durará dos semanas y tiene como objetivo facilitar las labores de rescate y ayuda después del devastador terremoto que sacudió el centro del país.
Un llamado a la solidaridad
A partir de este domingo, sus Fuerzas de Defensa Popular dejarán las operaciones militares ofensivas para centrarse en salvar vidas. La situación es crítica: los edificios han caído y hay personas atrapadas entre los escombros. Desde su Ministerio de Defensa, han instado a todas las guerrillas étnicas a unirse en esta causa humanitaria, pidiendo que cesen sus acciones no solo en las zonas afectadas directamente por el sismo, sino también en aquellas áreas relacionadas.
Las cifras son desgarradoras: la Junta Militar ha reportado al menos 1.644 muertos, más de 3.408 heridos y unos 139 desaparecidos. Esto sucede mientras la guerra civil sigue azotando al país, una realidad que se complica aún más con la reciente tragedia natural.
No obstante, hay luz al final del túnel. El Gobierno en el exilio ha anunciado que destinará un millón de dólares para apoyar operaciones de rescate y atención médica urgente. Además, han hecho un llamamiento a todos los grupos étnicos y ciudadanos para que colaboren, especialmente aquellos guerrilleros como el Ejército de Arakán, quienes están luchando contra la opresión.
En momentos como estos, la unidad es vital. Todos debemos preguntarnos: ¿qué podemos hacer para ayudar? La respuesta puede ser tan simple como tender una mano o unir esfuerzos en esta crisis humanitaria que nos toca a todos.