Con la reciente victoria ante el Espanyol, el Mallorca ha encadenado seis partidos sin conocer la derrota, algo que no sucedía en Primera División desde hace 16 años. El equipo bermellón está en racha y sueña con alcanzar los siete encuentros invictos, algo que solo logró durante la temporada 2008/09. Para lograrlo, deberá vencer al Valencia en su feudo de Mestalla, un estadio que se ha convertido en fortaleza para los locales.
Un momento histórico al alcance
Este año, el Mallorca ha despertado el interés y la esperanza entre sus aficionados. Recuerdos de tiempos pasados emergen mientras se habla de esa quinta posición alcanzada hace quince años, donde fueron despojados de una oportunidad europea por decisiones ajenas. Muriqi, uno de los jugadores clave del equipo, ya ha dejado claro su deseo: «Hace seis meses que espero una respuesta sobre mi renovación». Su voz resuena en el vestuario y refleja la ambición colectiva.
Desde luego, este camino no ha sido fácil. En las últimas jornadas, han conseguido puntuar contra equipos complicados como el Sevilla o el Athletic Club. La última vez que visitaron Mestalla se sintieron más confiados; parece que ese miedo escénico se está disipando poco a poco. Con dos victorias y cuatro empates en sus últimos seis partidos, los bermellones han sumado diez puntos valiosos.
Pero ser realistas es esencial: queda mucho camino por recorrer y mantener esta dinámica será un reto mayúsculo. Con seis de sus próximos diez encuentros fuera de casa, cada partido será como una final para ellos. Y aunque en casa han mostrado buenas actuaciones contra rivales asequibles —con un reciente triunfo ante Las Palmas— hay quien teme que la presión pueda jugarles una mala pasada.
A medida que se acerca el partido con el Valencia, las expectativas crecen entre la afición. Si logran salir con puntos de Mestalla, habrán mantenido una racha impresionante desde principios de febrero cuando sufrieron su última derrota ante el Atlético de Madrid. La ilusión está viva y los mallorquinistas sienten cómo ese deseo por revivir aquellos días dorados se apodera del ambiente.