MADRID, 21 de marzo. En un emotivo giro de los acontecimientos, alrededor de 40 rehenes que habían sido secuestrados por Hamás y posteriormente liberados, han decidido alzar la voz. Estos supervivientes, junto a sus familias —más de 250 personas en total— han enviado una carta clara y contundente al Gobierno de Benjamin Netanyahu: es hora de parar los ataques sobre la Franja de Gaza y volver a sentarse a dialogar.
En esta misiva, los liberados no se andan con rodeos. Exigen el fin inmediato de los bombardeos israelíes que se han intensificado esta semana. Aseguran que cada día que pasa pone en grave peligro a las casi 60 personas que aún siguen en manos de Hamás. “La presión militar mata a los rehenes y dispersa sus cuerpos”, expresan con dolor. Y añaden: “Esto no es solo un lema; es la cruda realidad”. Ya son 41 secuestrados quienes han pagado con su vida esta situación tan desgarradora.
Censura al Gobierno y una esperanza para el futuro
No tienen miedo en señalar directamente al Ejército israelí, acusándolo de elegir una guerra sin fin por encima del rescate de aquellos que aún están atrapados. Este Gobierno está sacrificando vidas inocentes, y ellos lo dejan claro: “No tenéis el mandato para sacrificar a 59 rehenes”, afirman desde su angustia.
Con las críticas arreciando hacia Netanyahu, estos valientes supervivientes también llaman a ambas partes a poner fin a este conflicto devastador. Y no solo eso; proponen buscar soluciones para lo que vendrá después del cese del fuego. Desde el ataque sin precedentes del 7 de octubre hasta hoy, donde cerca de 1.200 muertos se cuentan entre las filas israelíes y casi 50.000 palestinos, muchos cuestionan si realmente hay voluntad para alcanzar la paz.
A pesar del acuerdo alcanzado en enero para liberar rehenes en distintas etapas, las esperanzas se disipan con cada nuevo ataque lanzado sobre Gaza. Mientras Israel lanza ofensivas tras ofensivas —culpando a Hamás por incumplir acuerdos— este grupo palestino parece dispuesto a retomar el diálogo si se garantiza la seguridad necesaria para todos.
Los ecos de estas palabras nos recuerdan que detrás de cada cifra hay historias humanas que claman por justicia y paz.